Até mi romanticismo al verte.
En otro tiempo, aún desde lejos,
hubiera quemado mis naves.
Yo, que siempre predico el suicidio sentimental,
que grito “aunque quieras apagar la luz, tengo soles en los dedos”,
me veo en la más violenta quietud.
Soy un lobo atado, un barco a merced del mar, un perro perdido.
Estabas ahí.
De tu pecho salía la luz del futuro.
Eran tus ojos un sol,
motivos de vida
pero raíces de fuego,
para quemar mis naves
2 comentarios:
guau premo, m enkanta tu livro es fasinante a la ves k envaukador.
Podrías agradecerlo sin faltas, alomejor le sienta mejor.
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